
Los centros de todas las grandes ciudades también despiertan, pero unos momentos antes: cuando los perros callejeros se estiran y buscar volver a dormir sin perder el calor o la basura, en los rincones abandonada, apenas se arremolina formando apestosas montañas. Aun cuando las ventanas siguen cerradas y los cables de luz se dejan caer sin temblar por los camiones viajeros llegan en camionetas los barrenderos. Algunos dormidos, otros contando chistes, hombres y mujeres, algunos adolescentes que siguen durmiendo, otros viejos que solo ven el centro una vez más mientras sólido duerme. Antes de que la ciudad despierte ellos ya están de pie y con sus peines de calle, cepillan el asfalto incomodando a los perros y a las montañas de basura. Este hombre, basurero ya al fin de su jornada de trabajo, sonríe al marcharse del centro cuando apenas los primeros, aquellos que despiertan tarde para ellos, van llegando. Eran más o menos las nueve de la mañana.
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